Ben-.

Cambios de amor-.

Las manos acumulan cuchillos

y los dedos tragan tormentas,

cuando la noche no es más

que un depósito de gasolina sin alma,

y los lapiceros gastados del taxidermista

alcanzan la hora desierta.

La noche esboza su gaseoso porvenir

de citas entre asteriscos y almohadillas,

durante el cuarto de hora que va

desde tu casa a la taberna del desespero.

No es un templo, sino una hoja quemada,

la rosa de ayer tatuada, en el fondo de un azulejo,

donde plantaste tu copa de trébol, sobre un posa vasos

siniestro. Sombras simiescas, y un árbol

destrozado, dan cuenta de la siguiente escena.

No es bueno cambiar de humor cuando de amor

se trata-.

 

©