Rosita de Mendoza

Mi malvón rojo

Era apenas una ramita pisoteada en el camino,

alguien la cortó y la dejó abandonada

transeúntes indiferentes la patearon,

y allí estaba suplicando vida

Apenas le quedaban unos pétalos sucios y rojos

Levanté el cogollo y lo traje a casa

Te dí mi tesoro: un mugrón maltratado

Con la delicadeza de un experto cirujano

la sostuviste entre tus santas manos,

le hablabas con la dulzura de una madre que acuna

mientras cortabas sus partes malas

Me dijiste: tiene dos yemas buenas, va brotar...

Te miraba y te admiraba, 

Te admiraba y te amaba.

Buscaste un lugarcito a la sombra de un geranio

escarbaste un hoyo en la tierra fresca

y con tus dedos de humus plantaste el mugrón, 

Allí quedó, como bienvenido a su hogar,

el tiempo que todo lo cura

le dio losanía y esplendor,

y aquel cogollo deprimido y moribundo

se llenó de hojas frondosas

y hoy, como milagro de amor

mi malvón rojo floreció.