En las ardientes tardes de verano
pasearé por la frondosa alameda
evocando en mi frágil memoria
los colores de tus dulces esencias.
Los labios del céfiro besarán
los blancos rizos de mi cabellera
y, mientras la luz se diluye entre
la sombra de los álamos, tus guedejas
de oro acariciarán mis recuerdos
de una tenue y dorada primavera.
Bajo la umbrosa sombra de los álamos
orearé el dolor de mi conciencia
para volar en el efluvio de tus
labios por el océano de mis penas.
¡Dorados aromas de mi nostalgia,
arrulladme en la fronda de la alameda!
Aromas de nostalgia