Así como llega la noche bordada de estrellas;
así vienen hasta mí, los ecos de tu firme voz.
Alegre y vivaz el aire toca alegre las ventanas,
desea arrodillarse ante esos espacios santos.
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Pero la brisa sigue libre su ronda, tu olor nunca.
El lugar se inflama con los candores de tus besos.
Salta el amor y juguetea con las hojas que llegan,
Son invitadas del viento que gusta de compañía.
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Así, entre soplos, colores, estrellas y luz estás tú.
Venciendo trabas te acercas, al tálamo de la paz.
El gozo es corto y, por encima, estamos los dos.
La noche oscura se vuelve clara en su emoción.
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Y acoge con atavíos de lirios, nuestra sacralidad.
El reino de las esferas celestes invita a la oración.
Es un orar por la vida, con los versos del cariño…
El esplendor del amanecer deja caer bendiciones,
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Desea crear en el despertar una bienvenida al Sol.
Congojas y alegrías se confunden en los espacios.
Hay tristezas de la ausencia que asienta sus huellas.
Y, con el llanto, se turban el desamor y los secretos.
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¡El esplendor de un amor gentil, juega como los
niños, para descubrir los leves secretos del alma!