Un día en que no te reconocía
saqué mis miedos afuera
y me embarqué,
aún a riesgo de perderme,
sin conocer el rumbo,
sin saber que tuya era la barca,
convencido de que se puede
si se quiere, si lo que buscas
es la verdad.
Me dejaste naufragar,
acechando, como el padre
que enseña al niño a nadar.
Hoy, por ti, sé nadar
y sé navegar.
Hoy tengo nueva vida,
verde esperanza hallada
en mis ojos brilla.
Hoy ando y ando
y no me canso,
corro veloz y no me fatigo.
Ya no soy una peonza
que no cesa de girar
en torno a sí,
ahora giro en torno a ti.
Y he abierto las ventanas
para que entre el soplo de tu amor,
que alcance a mi alma,
la eleve,como las águilas
levante las alas.
Hoy la alegría ha establecido
morada en mí. Hoy canto
como nunca lo he hecho.
Ahora rige mi corazón,
donde tu ley has escrito
para tuyo ser.
Y tú, mi único Rey
cuyo Sagrado Corazón
marca el latido de mi corazón.
Y yo, tu amado niño,
que ahora a ti se acerca.