Dónde están los filósofos, los asesinos
Las amas de casa, los camareros
Los ciclistas, los creyentes
Los que sueñan con la mujer del vecino
Los que despiertan asustados
De sus propios pulmones
Preparado estoy para la partida
Y me ofrezco llevar en una lista
El nombre de todos sus muertos
Las encomiendas, las alegrías, los perdones
De las novias que no se vistieron de blanco
Los niños que no fueron bautizados
De todos aquellos que destrozaron sus cuerpos
Pero antes respiraré fuertemente
Para despedirme de mí mismo
De verdad les confieso
Tengo el corazón asustado
Y aunque no valgan las explicaciones
No soy el dueño ni de mis huesos.