En mi pecho se suicidaron las noches,
La felicidad había emigrado, como siempre en temporada de soledad.
En mis ojos primavera,
En mis manos invierno,
En el corazón un cementerio, De campos infinitos e infertiles
donde dilapidan los nombres de quien quise,
y sus últimas palabras existen a modo de epitafio.
mi alma ambivalente: melancolía y voluntad,
En eterna querella por mi ser.