Bajando de la montaña
sin pena y sin sacrificio
miro al sol desde mi casa,
día a día sin moverme.
Lo veo desorbitante,
lo veo porque lo veo
aunque no lo miro tanto
porque si lo miro mucho,
lo miro y me quedo ciega
por un montón de minutos.
Lo escucho dentro el silencio
de la montaña que bajo
caminando con la gente
entre las plantas del prado
viendo en torno del paisaje
las cosas que voy dejando
sin encontrar la salida,
sin encontrar mi trabajo,
dado que bajar montañas
es recordar el pasado.