Caballo azul
líneas divergentes
carpetazos sonoros
intercediendo por dios
divinidades ocultas
a la espera del auténtico
latrocinio y oprobio,
vetustas monjas ignorando
el falo fantástico de las gordas,
palas montadas sobre el omóplato
con tijeretazos recurrentes.
Así pasó otro invierno,
con leyendas proscritas,
con terciopelos de raso,
con aventuras malditas,
y negros ocasos mineralizados.
Caballo azul
líneas superfluas
dirigiéndose como en un combate
de nubes
al centro de la manzana putrefacta,
ignorando las sufridas matemáticas imperfectas,
cariñosas como selectas obras improvisadas,
como ésta.
Yo siempre amé
lo turbio del mediodía
la mansedumbre del opúsculo contrariado
la olímpica atleta que ejecuta sus vértices
sobre diagonales perfectas.
Caballo azul
negro asesinato que cometen los profetas
en su diversa alucinación de fugitivos
grupos al cuello como una bufanda de frío.
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