Te veo llegar cada mañana,
la magia de tu presencia transforma mis días;
vamos cual átomos en el viento,
compartimos como olas en la playa: soy feliz.
Te veo amarme a diario
desde el silencio de tu presencia distante;
llega la tarde, reímos, mientras te miro temeroso: soy feliz.
Te abrazo con la fuerza del espíritu,
intento detenerte, pero, cae la noche y no estás;
no llegaste y te espero todavía,
porque me faltas para ser feliz.