En esas largas filas de la noche
cuando al fuego lo acompaña el silencio,
la luz de los cirios forman racimos
con destellos bajo luz chispeante,
bailando el humo juega con las sombras
dentro del propio ser que se estremece,
al ver su luz que le mece en la cuna
vigilante de que nadie te toque.
Llega el cristo cubierto por el palio
con atenta mirada en esos ojos,
el silencio crece y todo se para
atrapándote dentro de la noche,
y un espejo se refleja en tu ser
que con lento paso vibra también.
La fuerza de esa imagen que te abriga
al compás de dulces notas que suenan,
y con su largo traje, tu alma cubre
la desnudez de esta noche de luna,
al ver que el cristo se va desangrando
crucificado por tí en su madero.