(a Neidy Primera, mi esposa)
De frente, tú.
A mis espaldas, la luna.
La noche nos cobija
y las estrellas nos sonríen.
Tiritamos de frío;
pero el fuego de nuestras miradas
nos mantiene de pie.
Mi mano temblorosa acaricia tu rostro
y reaccionas dulcemente,
tiernamente:
creo que estás enamorada.
De frente, yo.
A tus espaldas el árbol.
La noche es cómplice
y testigos son las estrellas.
El frío nos une,
nuestros corazones laten con fuerza:
estamos abrazados.
Tus labios de miel endulzan mi existencia
y reacciono románticamente,
poéticamente:
sin duda, estoy enamorado.