Eran noches de vientos fríos violentos,
tan crueles nubes sepultando estrellas,
el cielo vestido de luto de traje oscuro
sollozaba lágrimas, ¡rocío a las sabanas verdes!
ausente compañía mi alma misma,
de risa tibia bañada en tristeza.
Era sólo el principio de mil noches
tan desiertas que ni la soledad misma
quería estar conmigo consumida en suspenso,
no podía encontrar mis huellas
tras mi sombra cansada que había marchitado
como si huyera de mi oscura prisión.
Navegaba intranquilo mi subconsciente
tras fallidos intentos de reencontrarse
con ese poeta soñador, de versos mieles,
ideología romántica partidario del amor
y cómplice de las pasiones, se había perdido,
y yo; naufragando por mil noches.
Ni siquiera podía reencontrarme conmigo
me había perdido a mi mismo,
¡como podría amar si el amor que me tenía
estaba agonizando entre arbustos y espinos finos!
remando entre olas rescaté mi esencia perdida
navegando por mil noches a la deriva.