Ahora que los ríos de la muerte
te han llevado, llamo por ti.
Necesito tu imagen y el eco
de tus palabras, ellas están clavadas
en las retinas de mis ojos
y en el laberinto de mis oídos.
Y llamo por ti,
porque me eres tan necesaria
como las antorchas que iluminan l
as cavernas de los trogloditas,
ni la más dulce canción de amor
me hace olvidar la ternura de tus palabras.
Tengo que morir, lo sé
pero gracias a ti conocí la primavera.