No halla un punto G al gusto de la pieza,
no falte, que de mirarlas no es feo.
Y si de ese placer yo más que pintar, deseo
muy parte de mí, complacerla con fineza.
Ese punto G que se dibuja de sencillez pureza,
es arrastrarla al alto hueco y largo meneo,
que con el dedo maestro, si yo, no lo veo,
es creerlo imposible placer, llegue a la corteza.
Ábrese si se quiere, que no duele y sí placer,
el poder hacer reír esa zona tan delicada,
el dedo jugador busque la G como la entrada
a la manera del punto que debe florecer.
Dar este deleite grato, es la leña de la felicidad:
una pura naturalidad gozosa y bella sutilidad.
NACHO REY