Cuando el sol despunta el alba.
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He llamado a mis recuerdos
cuando el sol despunta el alba,
evocando aquellas nanas
de mis viejos universos.
Cerrando los ojos veo
mi casa en Santa Marina,
mi niñez pasé contento,
mi alma dormía tranquila.
Brilla una luz en el cielo,
yo me cojo de mi mama,
el aire se vuelve denso
y se me cae una lágrima.
Recordé días pasados,
noches de toque de queda,
tiempos que no he olvidado
que vuelven a mi cabeza.
El recuerdo se confunde,
la parte bella quería
y a mi cabeza venían
recuerdos que no son dulces.
Me sacudo la cecera,
ordeno mis pensamientos,
posándose en nuestra mesa
estos viajan como el viento.
Otra página en mi vida
se abre feliz a mis ojos,
disfrutamos la comida
de un cumpleaños gozoso.
Al frente de ese convite,
mamá Graciela da gracias,
sabe que Dios allí existe
y siempre nuestra hambre sacia.
Mi mente revolotea
mientras la vela se apaga,
el recuerdo lleva y trae
los pasajes de mi infancia.
Tengo los ojos cerrados,
¡Aleluya es Navidad!,
yo me veo con quince años
soy feliz es la verdad.
Son aquellas Navidades
donde estrenando camisa,
pantalón y una sonrisa,
todo eran felicidades.
Chocolate, Panetón
y el nacimiento en la sala,
todos con gran emoción
se saludan y se abrazan.
¡Dan las doce que alegría,
los pertados en la puerta,
los besos, la compañía;
la felicidad completa!
Esa noche hace calor,
salimos todos corriendo,
se respira mucho amor...
y yo de allí me estoy yendo.
La memoria que es ingrata
aquí me trae de nuevo,
veo unos ojos de gata
y me sonrió y me conmuevo.
Otra vez estoy en casa,
ésta vez en Barcelona,
viene Alicia mi hija guapa
me da un beso y se me agolpan
todos los días vividos
que reclaman mi atención,
días bellos no perdidos
que están en mi corazón.
Vivo navidades nuevas
con mi familia, mis hijos,
soy cabeza de esta mesa
y a los míos hoy cobijo.
A ellos debo yo cuidar.
A ellos debo proteger,
nunca dejarles de amar
pues son parte de mi ser.
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Alfredo Daniel Lopez
El guardián del centeno
26 - 11 - 2020