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Anoche lo vi. Seguro que era él
Silencioso cruzó el umbral de mis dulces sueños, descorrió el ventanal prohibido y recostó su alma cerquita de la mía.
La intensidad de los latidos de su corazón me envolvió, que por instantes me creí vencida. Atada al dulce sabor de sus labios y a la belleza de su sonrisa, navegue en lagos interminables de felicidad perenne.
Imposible confundir la beatitud de su ser y el café intenso de su mirada ensoñadora. No, no… No es posible
Me amo
Le amé
Una eternidad...
Un poema
Ríos de amor
Versos de fuego
Y hoy…
Enredado entre mi pecho y espalda amaneces.
* Imagen tomada del muro Engelbert Garvinia
Luz Marina Méndez Carrillo/23112020/ Derechos de autor reservados.