Amaneciendo,
las gotas y el relente,
se vuelven agua.
Agua del cielo,
el llanto de las almas,
y de la noche.
Pero apagado,
como una melodía,
casi silente.
Horas mas tarde
se vuelven invisibles
por el calor.
La luz del sol,
el viento con la brisa,
su corta edad.
Y es que las almas
esconden los deseos
de las personas.
También los sueños,
el tiempo del trabajo
y el sufrimiento.
Aunque las almas
sonríen mientras sufren
para animarnos.
Mira tu espejo,
el alma te está hablando
y es la conciencia.
Rafael Sánchez Ortega ©
30/06/20