Pasarás un día con tu anillo de diamantes,
tu carro fino negro y abrigos elegantes.
Querrás echarme en cara mis humildes promesas
mientras te brillan los ojos ocultando la tristeza.
Tararearás en la memoria aquel poema indigente
que dejé bajo tu almohada al besarte la frente
y tus manos recordarán, al mirarte en el espejo,
que al besarte también incendiaba tu reflejo.
Se apagará tu sonrisa de flor primaveral
y notarás la espina que nació en tu rosal,
al cubrir con vestidos tu lamento yacente
de canjear el amor por placeres pudientes.