Mira al cielo, llorar torrentes del roció
Ve a las nubes fragmentarse en lamentos
Que caen y riegan las calles
Por las que trasegamos, por las que nos amamos.
Revive en rincones olvidados a la luz de un café solitario
Del azúcar amargo incipiente
Las caricias, mil promesas
Los te amo y las mentiras.
Que tu piel húmeda en la mañana
Sienta mi aliento rodearte
La melancolía de la lujuria trasmitida
De nuestros encuentros furtivos.
Y en las tardes grises paseando por un parque
Recuerda nuestros diálogos
Las jocosas discusiones y ocurrencias variadas
Que mágicos fueron aquellos días.
Mírate al espejo, tan solitaria y triste
Hecha madre, esposa y concubina
La felicidad que buscas no la hallaras…
Ni en cien cuerpos hambrientos de tu libido
Tampoco en mil bocas mentirosas
Mucho menos en la sonrisa, de las mentiras que fábricas.
Por qué fue tuyo
Por qué estuvo en tus manos
Por qué llamo a las puertas de tu corazón
Y se volvió arena en tus labios
Con la innegable necedad de tus caprichos
Con tu siempre etérea visión del sentimiento.