Quédate, por favor. Seguí el olor de una flor; la rosa roja de nuestro amor.
La brújula y el reloj me indicaron el día y el lugar, sé muy bien que ahí estarás.
Princesa, la jerarquía sobra en este lugar, sin estar tu cuerpo, la esencia bastará.
Te ofrezco mi corazón, un beso sabor a miel, también un dibujo sobre papel.
Después de tanto agonizar podría olvidar el exterior, cerrar los ojos y entregarte mi amor.
Una caricia en el interior, un abrazo sin pasión, maravillas sin posibilidad de explicación.
Llevar puesto un antifaz me hizo tanto mal, pero tú conoces aquello que hay detrás de la amabilidad sin razón.
Princesa, te esperé cada atardecer, sabía que volverías a mí, fue una plegaria por tu ser.
El derrumbe nos dolió, aún mi alma te fue fiel, un dibujo sobre papel, protagonista del primer amor.
Quédate, al menos este atardecer. Un capítulo final, un abrazo sin adiós.