Al entregarnos, en vez de amar, corrompemos el propósito del verdadero amor haciendo responsable al otro de nuestra felicidad. Nos hacemos dependientes, aferrados, adictos a un interminable bucle en busca del verdadero amor.
El miedo que eriza a volver a aquella soledad que algún momento era nuestro mágico espacio paralelo a lo absoluto. Siendo así, la inseguridad la que gobierna seguida por la decepción y el odio, solo basta con darse cuenta que no era lo esperado siendo dos mascaras de frente.
Koko Cardiel.