MANOS DE UN POETA
Quién es aquél que puede en días de desvelo
robar sin escaleras los astros celestiales,
bajarlos sin permiso, atravesar el cielo
y allí verter cenizas de cuerpos inmortales.
Tallar enhiesta flor dorada, terciopelo,
que pueda soportar los fríos invernales
o ver un paraíso en donde no haya suelo
con fuego destructivo de sitios infernales.
Aquél que puede darnos un mundo sin edad
y cure con su tinta heridas o una llaga
llenándonos de amores en plena soledad.
O usar sin intenciones el filo de una daga
de mango no visible y no tener piedad
de hacer correr la sangre que a tantos los embriaga.
¡Y nunca aquél naufraga!
Parece ser un don sin sombra ni silueta
que puede navegar en manos de un poeta.