Yo solo sirvo para soñarte,
Amanecer húmedo bajo las sábanas,
Con tu lanza en mi pecho
Y tu puñal en mi costado.
Con la pluma ardiente perforando la cavidad del papel.
Se que algo perdiste en mi sangre,
Como un pasto verde para tu bestia voraz,
Como un trozo de sexo de higiénica lujuria
Para tu lengua carnívora.
Dale la vibrante cuerda de carne
Al trapecista de este circo,
Que rebota en tu elástica cama
En hipnosis infinita.
Dale la mujer que se esconde tras la piel,
La afanosa niña emancipada,
Al tonto que solo alucina.
Deja que recueste la erguida espalda
En ese abismo crepitante y enjundioso,
Que secuestra su universo
Y lo pone a dar vueltas,
en un laberinto de insomnio.
Déjalo vivir dentro de ti,
En ese sueño de otro sueño,
En donde amas y despabilas al que está soñando contigo.