A la esclavitud de mis dilemas
liberé de sus cadenas,
las deje partir con mi soledad
confiado que las dos se perdieran
dentro de la selva de mis teorias,
mientras subia la cuesta empinada
que me llevaba hasta tu casa.
Ahora después de pasar el tiempo
me atrevo a buscarlas de nuevo
y comprendo las mil razones,
por las que ellas me ataban
sumiéndome en mis letargos
mientras barria las hojas otoñales
esperando la llamada de sus besos,
porque todo lo bueno cuesta
y por fin junto a ti me he liberado.