Rosita de Mendoza

¡Qué rico es el pobre, qué pobre es el rico!

¿Qué pobre es el rico con su enorme panza vacía?

¿Qué rico es el pobre con su enorme corazón lleno?

Se sienta el hombre sencillo en su mesa a compartir el pan

hay lugar para el vecino, el amigo, el extranjero y el pariente

no necesitan agenda, invitación o reserva

siempre es bienvenido el que se acerca a su puerta 

Su cuenta está saldada al final del día si hubo salud y comida.

con una boleta del bingo en el bolsillo sueña con ser rico

Trabaja sin parar sirviendo al epulón que nunca se llena.

Lo tratan de negro, vago, sucio, abandonado y ladrón,

Lo usa el político, el mercado y el patrón,

todos se aseguran de tenerlo bajo sus pies

por un voto, por sus pocos pesos y por su sudor.

Se dicen libertarios para justificar la esclavitud

¿Libertad? ¿Libertad? ¿Para quién?

Para el dueño de las Tierras, para el dueño del capital,

para el séquito de cipayos que venden su dolor

Así anda el pobre buscando su pan, 

mendigando detrás del mostrador.

Todos les han robado, en la Democracia y en la Monarquía,

en  las Tiranías, en los populismos  y en las oligarquías.

Un derecho natural le ha costado muchas vidas,

nunca se doblega el opresor que se esconde en su paraíso

Usurpó el Edem y ningún dios a condenarlo se animó

Carencias, humillación y miseria para muchos en esta tierra

Privilegios, abundancia y lujos para muy pocos.

Pero amor, música y alegría sólo es patrimonio

de quiénes pelean por la justicia y la paz,

y no hay dudas, de esas luchas el pobre sabe más.