Hoy la mano de Dios
se llevó un ídolo
y con él muchos
sueños de los argentinos.
Se fue una vida joven
una vida intensa
desató tormentas
tsunamis de guerra
probando el amor
cada vez, y sin licencias.
Están juntando los trozos
de los latidos de niños
que lo recuerdan
a todo ritmo y sin juicios.
Multitud de cariño
se arriman en el obelisco
con lágrimas, sin barbijos
porque en la despedida
se siente el fin de los goles
en un solo aullido.