Espuma de prados verdes
con ríos corriendo alteros
desde la cima imponente
de montañas coronadas
de nieves eternas
azules y blancas.
Prados comidos de fuego,
de pasiones, de sosiego,
de canciones susurradas
al mirar hacia el poniente
entre nubes de esperanza
mientras el sol de occidente
se acuesta hasta la mañana.
Dolores que tiene el suelo
con sus calores tempranos
derritiendo el corazón
que te he dado con mi mano.
Miradas furtivas
que encuentro en tus ojos,
promesas de amor
que a veces recojo,
cariño escondido
en el prado verde
de tantos despojos.