Una vez murió un hombre
en mi pueblo y sufrí,
Pues era de oro y cobre,
todo el mundo estaba allí.
No era famoso,
pero en la iglesia no cabía
ni uno más, ni un rostro.
Allí estaban los que había.
Su hijo lloraba y enfureció
por creer que era la comidilla,
quizás no lo entendió.
A su padre lo veneraba la villa
entera.
Ahora pienso en el dolor
de perder a una bella persona
y cómo su hijo ardió
por no saber qué había, perdona...