¡De esta forma no deseo vivir! A dos centímetros del suelo, ¡pero tampoco quiero morir! Y se que sin ti, ¡respirar puedo! ¡Traidor! ¡Tú no eres mi dueño! ¡Me encierras en la habitación! Y luego, ¡profanas mi cuerpo! Y yo, a solas con mi corazón, detesto tan triste encuentro. El miedo, ¡me hace más fuerte! ¡No verás más mis ojos de cerca! ¡No volverás a rozar mi vientre! ¡Dejaré que te arrastre la marea! Llegas, ruín, por fin a mi olvido, reniego hoy de aquellos tiempos, pesarosa de haberte conocido, y de darte alas, ¡más lo siento! Se ausentan ya los fantasmas, del cobarde que clama al cielo, y que no impedirá que cada mañana, ¡pueda alzar de nuevo el vuelo!