Alfredo Saez

- La Venganza de la Corvina -

 

 

 

Disputaban muy quedos a una vez

cuál ser marino cargaba más pericia:

si  paciente pescador o el muy ágil pez,

con derrota virtual al de mayor estulticia.

 

 El salino sol quemaba fuerte la piel dorsal,

escenario rumoroso del oleaje en mar de fondo

cercano el  alije del barco con su veneno mortal

cubriendo hasta el surco al celenterado corondo.

 

En los anzuelos, artificiales timos de almejas,

celada tradicional para la soñada tan rica corvina

por antiguas  experiencias de  pescas añejas

que el triunfo  augural y festivo ya se adivina.

 

Se dobló fuerte, de carbono y resistente,  la caña:

 el rendido pisciano en la tanza al aire boqueando.

A las doce brindis  por la  pesquera artimaña

…y luego ¡ sepelio! que el tóxico  cumplió con el Mando.