Un día te marchaste
dejando atrás las penas,
preciosa telaraña
de embrujo y de pimienta,
eterna fantasía
de luces y de nieblas,
perfectos nubarrones
en versos del poeta,
por eso aquellos días
recuerdo en estas letras
y pienso si en los mismos
la sangre, de la tierra,
estuvo fecundando
los frutos de la gleba
o fueron los flamencos
pasando sin protesta
en ojos soñadores
del hombre que despierta...
Un día te marchaste
y puede que no vuelvas,
otoño vacilante
de niños y cometas,
por eso te conmino,
te pido que me leas,
que tomes de mi mano
el verso y las cerezas,
la musa de los mares,
la ninfa que despierta,
aquella lagartija
un tanto soñolienta,
y el dedo de los niños
que buscan y no encuentran,
las manos de unos padres
segadas por las guerras...
Un día te marchaste
y estás en mi cabeza,
sencilla poesía
que calmas al que reza...
Rafael Sánchez Ortega ©
Sierrallana, 08/07/20