¿Qué huracán ha asolado tu entorno
y enmarañado esas nubes sombrías,
que no dejan que alumbren tus soles?
¡Quién pudiera mirarse en tus iris,
intuyo que bellos, y de ti enamorarse!
Y lo intento, aunque no lo consigo
por mucho que pugno.
Pero yo, inexorable romántico,
me he empeñado en subir a tus montes
y gritar a los cuatro perfiles.
Y la luna, en su cuarto menguante, me anima
a que pase ese río, que se encauza en un valle recóndito,
pero no hay una luz que me guíe.
Si mis alas fueran resistentes
cruzaría el abismo que separa tu mundo y el mío,
y llamaría a las puertas del cielo implorando:
Soy poeta y tengo un deseo.
Sonreirías con tu boca de fresa,
desmarañarías el pelo a tu frente pegado,
y en tus ojos color azabache
vería, estoy seguro, mi antojo cumplido.