Es ese el veneno de tus palabras
que rasga tu cuerpo como harpía.
¡Infames palabras que asustan
al mismo sol! Aprende a volar
con ángeles y demonios
porque con ambos dones has nacido.
¡Ay, alma mía, tan frágil como
hoja al viento que exhala
la tormenta! Veo que abres
tus puertas al enemigo y dasle
de beber cual si fuera mendigo.
Tan dulce y dócil te desvaneces
ante la flor que esconde sus espinas,
labios rojos, con una sonrisa.
Pero no hablo más, es prudente
el silencio a ser escuchado
por las lápidas olvidadas de
los tristes cementerios.
Solo tengo un pensamiento:
Yo se que vendrá la muerte.
Invade la fortaleza de mi mente.
¡Gran guerrero, pájaro azul,
me matas tú o salto y me creo tú!
De igual forma, mi fin será funeste.