Un poema severo le pisa la garganta.
La bala de acero de un verso lo tiene en la mirilla.
En la página, solo el infrarrojo de la estrofa
Es capaz de encontrar su mezquina metáfora.
Ningún curioso lector ha sospechado la falsedad del poema.
Uno de los márgenes sobre los que se escribe lo ha delatado.
La compulsa de anotaciones coincide
con el agazapado retrato de voz… perfectamente.