Almohade

La pared del deseo

Hoy decidí subir la cuesta de las calles empedradas

con sus casitas blancas abandonadas en el este,

donde los poetas tristes escriben sobre la humeada cal

porque la tinta de su pluma se secó dentro del vacío

y el sol con su brillo no alienta los versos perdidos

entre las sombras de sus más oscuras palabras.

 

Allí nadie más sube hasta pasar el último invierno frío

en un intento desesperado abandonándome a mi suerte

escribí con estos dedos versos emparedados de deseos,

con la rabía fluyendo entre la cal y el agua de la pared

que van salivando sin ganas, las letras de estos versos llorones

mientras se dilatan mis pupilas quejándose de la soledad

junto a la esencia de estas palabras rotas de dolor en vano.