Bailamos, al son de la herrumbre y los ministerios, al sonar de la calle y el miedo.
Bailamos para apaciguar el triste atardecer y las noches en desvelo, bailamos sin ganas y con miedo.
Bailamos por las culpas y el empeño, los placeres y los sueños, bailamos y bailamos, con ropa y sin dueños.
Bailamos entre cuerpos vacíos y sangre derramada, algunos descalzos y sin mirada.
Bailamos sin censura y controlados, donde no asalte el miedo durante un rato.
Bailamos sin saber, con el conocimiento de hacerlo bien, bailamos algunas veces sin ganas ni arrebato .
Bailamos y bailamos sin saber bailar y los que realmente bailan lo están haciendo mal.