Predestinada a la hoguera
De la santa inquisición mundana
Todo el tiempo bostezando y tejiendo
Sin poder escapar del desbalance
De su escuadra de fetiches
Y minusválidos de mente
Voy agrietando mi rostro
Y mi voluntad
Digo:
Si aún queda algún vestigio
Porque más bien siento
Que el vacío es más hondo
Un hueco helado
Lleno de empellones
E ignorancias
Con un gran deseo
De correr mil setecientas leguas
Y caer de bruces
De todas formas
Ando de bruces
Aullando y suplicando
A sonámbulos de sentimientos
Aguerridos y misioneros
De la crueldad
Limpiándole las botas
A un fulano
Que jamás donó una lágrima
Al dolor molido
Tan sólo se hizo cómplice
Del descrédito y su luminaria
Por eso me duelen los cuatro sentidos
Porque el cinco
Fue apolismado
Con golpes a la autoestima
Qué será de mi
Me pregunto tantas veces
Qué será de las góndolas
Subterráneas
Del pirata de ojos de mar
De los acantilados del perdón
De las polillas de mis libros
Iracundos y lastimeros
Si casi no me quedan palabras
Ni eco
Ni siquiera
Ese duendecillo travieso
Que le llaman orgullo.