Un poema no es
una guitarra que suena y llora
bajo un cielo nocturno tachonado de estrellas.
Se parece el poema
a una antigua estación de trenes
abandonada en un oscuro y misterioso bosque.
Es el suave vaivén de ramas en los pinos
con el viento del verano.
Es el poema
un súbito vuelo de palomas blancas,
el beso de los amantes
bajo la sombra de un sauce.
Es similar a un lago profundo
brillando bajo la luz de una alta luna llena.
Es como el canto de los jilgueros
en la arboleda del tiempo
y como el dorado relámpago
de un halcón real
sobre el bosque solitario.