Pobre Rencor
Me diste el silbido en el alma,
con un pobre rencor sin calma,
cuando procuré amarla a usted,
pero, quedé con sed,
como no dió abasto un delirio,
como una osada osadía,
que con algarabías,
se tornó tan pesadas,
la ansiedad y callas en tormentos,
cuando ocurrió el desenfreno,
como en el desastre,
un torbellino de emociones,
tan conducentes.
en que sólo llevas en presentes…