Su sonrisa de ese día,
no, no la supe interpretar
de mi padre, al platicar
la tristeza que sentía...
Nos dijo con voz quebrada,
pobre, pobrecito infante,
le hubieran visto el semblante
cuando azorado contaba...
Es tan pobre su familia
que poco hay para comer,
por eso les es menester
muy, muy frecuente... vigilia,
Hoy rememoro, decía,
y pensando en aquella vez
cuando el niño, con altivez
le contaba su alegría...
Contento vengo! si viera,
hoy me he comido un huevito...
uno, para mí solito!
por una vez... tan siquiera,
Y... el Maestro, mi padre,
lo abrazó como a un hijo...
que bueno! pequeño, dijo...
Él también ha sido pobre!
Hoy, después de años, con bién,
aún me conmueve el relato,
siempre hay huevito en mi plato,
deseo en el del niño... también.
Autor: Marco Fabio Vázquez H.
Tlatlauquitepec Pue. México
marzo 2009