En el atardecer
tardío
regresé al duro
cemento,
hice una escala
para tomar
un café mientras
oía la guitarra
de las olas.
Mi delirio,
al tocar los
ángeles.
Encendieron
las luces
de las farolas,
el crepúsculo
asomaba,
me marché,
y un candado
cerró mi corazón.