Un monstruo entró a mi dormitorio.
A eso de las tres o cuatro de la mañana,
Me encontró con las sonrisas desparramadas.
Me encontró indefenso contra todo.
No había mundo ni universo.
Frente a ese monstruo estaba solo.
Me miró desde el marco de la puerta.
Y en sus ojos pude verme:
Soy una herida abierta.