El pez en el estero nadaba y se jactaba
con aires de grandeza su cola meneaba.
El agua estaba clara, su aleteo veía
el viejo pez miraba con franca bizarría;
y buscando el señuelo que pronto mordería
del hambre casi muere con vida tan sombría.
El pez de hartarse mucho muy pronto fue atrapado
el anzuelo filudo lo dejó atolondrado.
Pescando con su caña la tiraba y jalaba
sabiendo aquel experto que el pez atraparía
y por su misma boca murió el peje asfixiado.
¿A cuántos ha pasado,
por fiarse del malvado que siempre lo provoca,
para verlo muriendo como el pez por su boca?