¿Cómo era aquella azul melodía
de Apolo, o de Filomena la angustia
cantada sobre el árbol?
O el suspiro que el céfiro susurra,
o aún las trompas de broncíneos sones
que como a Jericó bestial sepultan...
¡Cualquier portento sea en esta noche
que rompa este silencio de ultratumba!;
silencio inanimado que amilana
a quien arcanos y designios busca...
Silencio: ¡deberías ser un bálsamo!,
y no una Esfinge muda.