Lentamente,
se le escapa de sus ojos
esa luz de esperanza por vivir.
Lentamente,
sus labios ya se olvidan
de las palabras, antes llenas
de ilusión;
y su hablar delata la agonía,
pues presiente que ya es hora
de partir.
Tantas luchas olvidadas
... en sus manos,
tantas penas ahogadas
... en sus venas.
Esas luchas, esos sueños,
esa vida,
hoy han de llegar
a su final.
Cómo da pena contemplarlo
allí en su lecho,
aguardando el cruel momento
... del adiós,
cuando todos le diremos
con nostalgia:
¡tú fuiste, de los amigos, el mejor!
Lágrimas se escapan de mis ojos,
cuando me entero, al amanecer,
de su partir.
Un quejido, que casi parte el alma,
me ha anunciado su momento
... de morir.
xE.C.