Alberto Diago

EN EL ADIÓS

Lentamente,

se le escapa de sus ojos

esa luz de esperanza por vivir.

Lentamente,

sus labios ya se olvidan

de las palabras, antes llenas

de ilusión;

y su hablar delata la agonía, 

pues presiente que ya es hora

de partir.

Tantas luchas olvidadas

... en sus manos,

tantas penas ahogadas

... en sus venas.

Esas luchas, esos sueños,

esa vida,

hoy han de llegar

a su final. 

Cómo da pena contemplarlo

allí en su lecho,

aguardando el cruel momento

... del adiós,

cuando todos le diremos 

con nostalgia:

¡tú fuiste, de los amigos, el mejor!

 

Lágrimas se escapan de mis ojos,

cuando me entero, al amanecer,

de su partir.

Un quejido, que casi parte el alma,

me ha anunciado su momento

... de morir.

 

xE.C.