Van mis manos igual que dos cinceles,
de su imagen, tallando sus biseles.
Con sabor de pasión candente y pura
en su boca cateo la mixtura,
de sus labios que tienen la dulzura
de la miel que produce gran locura.
Su mirada penetra mi mirada
irradiando el fulgor de la alborada,
y deseos me surgen a graneles
al sentir la cadencia en su cintura
que desprende insinuante llamarada.
Su sonrisa, de luces hilvanada
toda llena de amor y de ternura
me traslada, del cielo, a sus dinteles,
donde aspiro fragancia perfumada
que destila su estampa inmaculada.
Y sintiendo en su piel la calentura
que provocan mis besos sin mesura;
enredado en su lecho, con premura,
mi delirio dibujo en su figura.
¡Y se vuelven mis sueños los bajeles
que navegan sus cálidos doseles!
Autor: Aníbal Rodríguez