Diciembre por la mañanas enfría de veras el corazón,
por las tardes un tanto cálido me permite lavarme la cara
para salir al sol menguante y corregir desvaríos.
Durante la noche tu voz alumbra los contornos suaves de la casa,
se pasa y corre entre los pasillos que te saben de memoria,
y cada cosa palpita como flores que comienzan la vida.
Mis labios que presienten, te adivinan entre signos y azares
que un anhelo entrelaza con mi alma
¿Por qué razón? No lo sé.
He aquí que mis sentidos advierten tu voz insonora.
Este invierno de blancas alas sobre la tierra
te trae de nuevo en las últimas lluvias
en las últimas lágrimas / lágrimas
que guardo en mis ojos.
Mario Cid.