Hay densidades opacas,
densidades de papel, cosidas
a las cajas del espanto, mirando
solo, frente a un mar de razones,
un niño que ausculta la madera.
Hay volúmenes incesantes
como plumas variables, señuelos
deportivos, bancos de acetileno,
piezas de televisores que forman
su rebaño de contingencias.
Hay un futuro que se apropia de la muerte,
la hace más severa, la convierte en
segura, y yo, miro el mar, y nada procede,
y nada inaugura, su visión de delfines.
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