La soberbia
Ruedan lágrimas las aves en su vuelo triste y pesado,
su sediento cuerpo con el último impulso recorre las áridas selvas,
¡Las desalojaste de su hogar y todo por tu avaricia!
Mira triste la ardilla hambrienta el último soplo que la vida le presta,
sus lánguidos pequeños uno a uno ha expirado mirando con sollozos a su mamá.
Los verdes árboles caen rendidos sin poderse correr;
anclados a la tierra, solo esperan la cierra que corta su tallo.
Sus ramas se extienden protegiendo a los que anidan en él,
sin poderlos salvar del metal que los muerde y los deja caer.
Los suelos se agrietan, el sol se resiste a lanzar su ardor;
el cielo trata de menguar el sufrimiento, más no queda agua que produzcan nubes grises que sanen el destierro.
¡Cuanta crueldad!, manos asesinas, seres sin sentimientos;
arrebatas las vidas que no son tuyas y matas sin pensar en que matándolos a ellos te arrebatas tu propio aliento.
La verde vida, hoy pinta en amarillo,
y de negro los cielos cubiertos de rapiñas,
que bajan a llevarse los cuerpos inertes que han matado tu codicia.
Piensas que el dinero lo es todo,
pero te darás cuenta que son tus hijos quienes sufrirán por tu odio.
¡Despierta! ¡Detente! ¡No hagas tal crueldad!
Que mañana verás como tus pies se queman y tu cuerpo se secará;
sin agua te quedarás y el dinero ¡No te servirá!